presumiblemente no entiendas nada, yo tampoco. pero está todo bien. ya estamos cruzando esas fronteras de la convención donde domingo no se distingue de lunes.
te lo cuento como me sale, o como fue. me acuerdo de todo, pero no quiero que lo vivas, es más que nada una forma de hacerle unos dibujitos de liniers para la pared, pero sin acuarelas ni tinta china.
era ayer y había un sentir raro, para nada la desconfianza, pero un clima de nervios y las ganas de levantarte temprano y ver a tense y a excursio, uno para respirar aliviado en saavedra y el otro para gritarlo fuerte por la calle pampa. cómo sea, fue el destino o como quieras decirle, no tengo problema. pero terminás rechazando una cama prestada y te aventurás a cruzar cabildo de cabo a rabo con todos los giles que te puedas imaginar queriendo figurar para la más linda de todo el 152.
las cuadras de siempre, que una vez viste prenderse fuego, la puerta del borracho y los tachos de basura que tantas alegrias (y, por qué no alergias) nos dieron.
el diario en la puerta.
no hay forma de explicarte el miedo, pero entrás y saludás una, dos, tres veces.
una luz prendida.
y ya está, no hay más vuelta atrás, hagas lo que hagas. no pienso hablarte del frio ni de las corridas, tampoco de los vecinos ni de los pormenores o pormayores, con esto está bien. pero si te voy a contar que
fue una doctora en química la que mejor entendió a sofi, aunque pasaron los años jamás se olvidó cómo gatear.
primera cómplice para mandarse cagadas con plastilina, nunca le apasionó mucho la hora de ordenar, por eso era todo un quilombo, pero bien: los diarios sobre la mesa, los juguetitos en el suelo, y las aventuras de enriqueta que disfrutaba desencriptando.
se ganó su título con esfuerzo y medio. sólo dos veces en su vida tomó pastillas para la memoria y clavó dos 10. terminó la carrera en tiempo y vivió, en un monoambiente de por ahí, como princesa con promesas de san isidro.
un cuarto de licensiada en historia del arte, o no. pero golosa, sobre todo golosa. jamás dudaría en robarte un alfajor. después te repondría media docena, pero te cobraba el peaje seguro.
diestra por demás en la escuela de la elegancia compraba todo en ferias, rompía vasos como si no hubiera un mañana y era la mejor a la hora de las marcas. pringle, burbery, hermès, por decirte algo. vuitton? no existís.
una persona que te enseña lo que es un montgomery, un cárdigan y te dice palabras como "fino" y "buen gusto", te habla de "categoría" y te asegura que las birkenstock son como caminar sobre las nubes. y, a pesar de todo, se divierte con poco, un par de chistes malos, alguna película archirrepetida y una cena para dos sobre los mantelitos.
mi compañera para hablar de cosas importantes y, sobre todo, de boludeces. nos conocimos muy bien. incluso llegó a confesarme envidia por algún amor imprevisto que te lleve a viajar el mundo entero. aunque la intrépida amante, no se despegó un día de su hombre cuando se embarcó a la deriva y le leyó "cien años de soledad" durante cuatro años, once meses y dos días. se casaron en santa rosa de lima, aunque le hubiese gustado hacerlo en saint michelle.
consentida para siempre, hincha de los postres y del dulce, siempre quiso a estudiantes, pero también le gustaban racing y san lorenzo, qué querés que te diga? orgullosa de los suyos, quizás por demás, aunque quizás por demenos con algunos.
si le pidiera, recorrería todo corrientes para comprarme juguetes de south park, o para comprar 100 de jamón crudo, sarrio o lario. igual betty sabe.
la diosa de la zurich, la más querida en el instituto. sincera y delirante, sinceramente. jamás te iba a dejar lavar los platos.
me había ovlidado, la número uno para hablar por teléfono. pero la número uno, eh.
celosa, cariñosa y saludaba como un bebe. jamás aprendió a ser abuela y, aunque lo disfrutaba, siempre renegó del título. más bien una niña del domingo toda la vida, o anama, como quieras.-
te lo cuento como me sale, o como fue. me acuerdo de todo, pero no quiero que lo vivas, es más que nada una forma de hacerle unos dibujitos de liniers para la pared, pero sin acuarelas ni tinta china.
era ayer y había un sentir raro, para nada la desconfianza, pero un clima de nervios y las ganas de levantarte temprano y ver a tense y a excursio, uno para respirar aliviado en saavedra y el otro para gritarlo fuerte por la calle pampa. cómo sea, fue el destino o como quieras decirle, no tengo problema. pero terminás rechazando una cama prestada y te aventurás a cruzar cabildo de cabo a rabo con todos los giles que te puedas imaginar queriendo figurar para la más linda de todo el 152.
las cuadras de siempre, que una vez viste prenderse fuego, la puerta del borracho y los tachos de basura que tantas alegrias (y, por qué no alergias) nos dieron.
el diario en la puerta.
no hay forma de explicarte el miedo, pero entrás y saludás una, dos, tres veces.
una luz prendida.
y ya está, no hay más vuelta atrás, hagas lo que hagas. no pienso hablarte del frio ni de las corridas, tampoco de los vecinos ni de los pormenores o pormayores, con esto está bien. pero si te voy a contar que
fue una doctora en química la que mejor entendió a sofi, aunque pasaron los años jamás se olvidó cómo gatear.
primera cómplice para mandarse cagadas con plastilina, nunca le apasionó mucho la hora de ordenar, por eso era todo un quilombo, pero bien: los diarios sobre la mesa, los juguetitos en el suelo, y las aventuras de enriqueta que disfrutaba desencriptando.
se ganó su título con esfuerzo y medio. sólo dos veces en su vida tomó pastillas para la memoria y clavó dos 10. terminó la carrera en tiempo y vivió, en un monoambiente de por ahí, como princesa con promesas de san isidro.
un cuarto de licensiada en historia del arte, o no. pero golosa, sobre todo golosa. jamás dudaría en robarte un alfajor. después te repondría media docena, pero te cobraba el peaje seguro.
diestra por demás en la escuela de la elegancia compraba todo en ferias, rompía vasos como si no hubiera un mañana y era la mejor a la hora de las marcas. pringle, burbery, hermès, por decirte algo. vuitton? no existís.
una persona que te enseña lo que es un montgomery, un cárdigan y te dice palabras como "fino" y "buen gusto", te habla de "categoría" y te asegura que las birkenstock son como caminar sobre las nubes. y, a pesar de todo, se divierte con poco, un par de chistes malos, alguna película archirrepetida y una cena para dos sobre los mantelitos.
mi compañera para hablar de cosas importantes y, sobre todo, de boludeces. nos conocimos muy bien. incluso llegó a confesarme envidia por algún amor imprevisto que te lleve a viajar el mundo entero. aunque la intrépida amante, no se despegó un día de su hombre cuando se embarcó a la deriva y le leyó "cien años de soledad" durante cuatro años, once meses y dos días. se casaron en santa rosa de lima, aunque le hubiese gustado hacerlo en saint michelle.
consentida para siempre, hincha de los postres y del dulce, siempre quiso a estudiantes, pero también le gustaban racing y san lorenzo, qué querés que te diga? orgullosa de los suyos, quizás por demás, aunque quizás por demenos con algunos.
si le pidiera, recorrería todo corrientes para comprarme juguetes de south park, o para comprar 100 de jamón crudo, sarrio o lario. igual betty sabe.
la diosa de la zurich, la más querida en el instituto. sincera y delirante, sinceramente. jamás te iba a dejar lavar los platos.
me había ovlidado, la número uno para hablar por teléfono. pero la número uno, eh.
celosa, cariñosa y saludaba como un bebe. jamás aprendió a ser abuela y, aunque lo disfrutaba, siempre renegó del título. más bien una niña del domingo toda la vida, o anama, como quieras.-