jueves, 4 de febrero de 2010

una cura, y no de abuela, para las tres razones por las que matarías a cualquiera que se te ponga enfrente

la incertidumbre de las horas antes del bosque se acrecentó cuando dejó de llover y el bosque ya había quedado atrás. un sabor amargo, que no sentía desde casi los 16 años. qué olvido necesitaría.
pero cuando vas al disco y buscás relleno de bonobon (el de chocolate con maní, ojo) para comerlo a cucharadas y no hay, te contentás con unas frutigrán de chocolate y pensás el los demás. un águila con limón, esas donuts que no desayunamos y los aireados que nos esperan en la heladera.
hay días que querés boxear a rocky balboa y decirle que sus películas son malas, que es un vago y adrian lo hace cornudo con tommy, pero al rato bajás todo por pampa, con lluvia y hasta las vías, a ver pasar el tren. y de repente ya no te da tanta bronca que el gil de santi ni siquiera debe entender lo que pasó, que te perdés la lluvia con tus hermanos y algunas pelotas, y que el martes rendís estética.
por eso, de vez en vez, no importa si dormís poco, si comés mal y otras cosas muchas, es más, te importa tan poco que hasta podrías cantar "mambeado" de onda vaga, aunque los sigas detestando, claro.-

1 comentario:

Anónimo dijo...

regá mi patio a manguera niña de la primavera